Es como una afición enfermiza. Siempre tengo que contar los días que van o los que faltan. Deje de contar cuando asumía que contar significaba sufrir. Ahoro solo cuento cuando sufro. Muy adentro comienza a organizarse en mi corazón una nostalgia inevitable. Se viene el viaje.
Llevo los 19 días y tantos meses siendo la mujer más feliz del mundo. Pero con todo, es inevitable pensar que ya casi todo vuelve a cambiar, al modo doloroso, gracias.
La convivencia ha sido increíble. Dormimos abrazados o sueltos pero con tranquilidad. Despertar cada mañana de mi vida a su lado, conocerlo cada vez más, me hace sentir que me casé con el hombre que era. No puedo dejar de pensar que el tiempo está pasando demasiado rápido. Que un día de estos que son siempre mañanas, amaneceré sola en mi cama, con un vacío por dentro de esos que oprimen fuertemente el corazón casi como para sentir que no se puede respirar.
En resumen eso siento, que se acaba el oxígeno... cada día veo que la aguja ha bajado más. Y sé completamente que cuando llegué al final no voy a poder respirar, y no habrá quien me dé respiración boca a boca.
Subscribe to:
Post Comments (Atom)
No comments:
Post a Comment